Más de dos años de no publicar nada en este blog me exigían, para volver, hacerlo con algo realmente novedoso. Aquí comparto esta obra de más de 60 módulos, que será expuesta a partir de Septiembre en una universidad de Medellín. Fue construida a partir de un módulo por todos bien conocido: el Sonobe de Tomoko Fuse. Mi aporte, y lo que permitió realmente hacer una figura novedosa, fue romper la tradición de uniones de tres módulos: al hacerlo de cuatro, buscando que mi medusita tuviera cachetes y no púas, logré una figura que se puede permitir un manejo volumétrico bien distinto al que se maneja en el origami modular, en el que tantos nos hemos conformado con las clásicas figuras geométricas.
Ahora bien, creo que no podía bastarme con ese descubrimiento (en verdad puedo jurar que cuando la cabeza se cerró y la cara parecía una cara fue más o menos el momento más sublime origamísticamente hablando). La idea de hacer un busto con módulos me surgió después de que mi primera Medusa petrificada por un insight, hecha en arcilla, no aguantara el saber sobre su propio ser y se lanzara sin remedio desde la repisa en donde con tanto amor la dejé, no quedando más que trozos y trocitos esparcidos por todo el piso de mi sala; cuando llegué de la universidad y miré hacia el suelo no pude contener el grito ante la atrocidad de la imagen...Pero en fin, nada que hacer, quedaron las fotos y esa idea que me persigue tanto de cómo sería Medusa petrificada por un insight, ese momento psicológico en donde el sujeto capta la verdad sobre su ser, ese momento de choque, de sorpresa, de desvalimiento ante su verdad...Si su mirada petrificaba a quien osara mirarla, si sus serpientes siempre estaban al acecho ante el otro, ¿cómo sería ese momento en el que ella se viera a sí misma? ¿Hacia qué umbríos lugares de sí viajaría su mirada gris?
En todo caso algo es claro: se petrificaría, exactamente como nos petrificamos todos cuando tenemos el valor de reverlarnos nuestra verdad.
Fotos a cargo de: Luisa Fernanda Espinal